Y es porque ellos sienten, se expresan y procesan la información de modo diferente, muchas veces de formas únicas. Es aquí cuando “vivir en plenitud” tiene un giro drástico, porque el significado de plenitud cambia totalmente a lo que conocemos comúnmente. Experimentar, por ejemplo, el Carnaval a plenitud para un niño neurotípico puede significar gritar, correr y reír mientras sus amigos quiebran cascarones en su cabeza. Pero para un niño neurodivergente, esta misma actividad puede detonar un momento de mucho estrés e incomodidad. Sin embargo, para el mismo niño neurodivergente, disfrutar esta actividad a plenitud puede significar admirar los colores de los cascarones, ordenarlos por tamaño o simplemente recolectarlos en una cesta en total silencio. Es por eso que la experiencia de “plenitud” es tan especial para las personas neurodivergentes. El descubrimiento de cómo ellos ven el mundo que los rodea es una experiencia increíble cuando aprendes a abrir los ojos de la manera correcta y comienzas a ver y sentir la plenitud a su manera.